Muchos crecimos con la idea de que la soledad es mala, nos enseñaron a huir de ella y estar siempre buscando en otros, eso que podemos aprender a darnos nosotros mismos. Caricias, abrazos, mimos, detalles, regalos, orgasmos…
Nos creímos el cuento que el placer se encontraba siempre en algo externo. En el helado o chocolate que comprabas siempre que estabas triste cuando niña, si es que aun no lo sigues haciendo. En los regalos que santa traía cada 24 de diciembre, que ahora son los detalles que esperas recibir de tu pareja y en ese placer íntimo o sexual que a muchos de nosotros nos cuesta llegar sin necesidad de un dos.
Es loco porque mientras escribo, voy pensando ¿Mila, la profe de yoga y mentora espiritual hablando de sexualidad? Deben pensar que ahora si se enloqueció…
Resulta que la sexualidad es una necesidad básica del ser, es una energía que nos impulsa a crear, a dejarnos llevar, a fluir, a movernos y en general a conectar con el disfrute. La energía sexual está en todos lados, porque toda creación requiere de esta. Esta en el placer de presenciar un atardecer, esta en el olor de tu taza de café en las mañanas, esta en un buen abrazo, una obra de teatro, en mi tiempo de crear en la cocina y en tus ganas de levantarte cada día. Es necesaria, o dime tu ¿Qué haces después de un día difícil de trabajo?.
Una vez el organismo se ha ocupado de sus necesidades básicas de supervivencia, en tu caso sería el trabajo el cual le da seguridad a tu entorno. El mercado, el pago de la renta, servicios y en general gastos fijos del hogar. Después de ello, el cuerpo, y de forma natural, siempre buscará formas de conectar con el placer, ósea con la energía sexual.
El problema nace cuando reprimimos o evadimos nuestra naturaleza. Tristemente nuestra cultura identifica la madurez con la capacidad de negar el placer. La llamada “normalidad” nos sugiere que debemos dejar a un lado los placeres a medida de que nos vamos volviendo adultos: que nos sentemos quietos, que trabajemos mucho, que neguemos o controlemos nuestros sentimientos, que hagamos, hagamos, hagamos y nunca nos mostremos reales o en su defecto vulnerables ante otros. Cómo consecuencia hoy somos adultos que en vez de permitirnos conectar con la energía del placer o energia sexual, hemos llenado nuestros cuerpos a lo largo de nuestra infancia y adolescencia de un sentimiento de culpabilidad; culpa que está en nuestro interior y se ve manifestada en rigidez corporal y rigidez mental.
De ahí la importancia de conocer nuestra historia, de permitirnos espacios de introspección y de autoconocimiento. Espacios para revisar nuestra historia y encontrar esos puntos de inflexión de nuestra infancia en donde el placer se transformó en una emoción de culpa, y nuestra personalidad se empezó a polarizar creyéndonos el cuento de que las cosas son blancas o negras. Momentos de soledad que nos invitan a la exploración de nuestros cuerpos y nuestras emociones pues no podemos pretender hacerle bien el amor a alguien más, cuando no sabemos primero hacérnoslo a nosotros mismos. Y por eso para mí, aprender a estar sola es sinónimo de amor propio.
Si estás en tu proceso de autodescubrimiento y quieres regalarle a tu cuerpo espacios de liberación y exploración, el próximo sábado 2 de diciembre tenemos un taller experiencial creado para liberar. Sería lindo verte ahí!!!!
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